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viernes, 25 de marzo de 2011

Siempre hay otra oportunidad con Jesucristo

Hace unos años, mi cuñado había caído gravemente enfermo. El sufrimiento más grande era que no existía una fuerte relación con su hijo. Pero el día que más necesitó a alguien cerca, el joven estuvo a su lado.
Rápidamente el muchacho se movió ayudado por un pariente y esta acción permitió que llegaran al Hospital de San Fernando lo más rápido que se pudo.
Sin embargo, luego de que los médicos realizaran los estudios correspondientes la noticia que recibió el hijo fue muy triste y sin esperanza. No había posibilidad de que pasara de la operación, pero intentarían hacer todo lo que estuviera en sus manos.
Ahora, al mirar atrás y recordar esos momentos tan tristes y de desolación, puedo ver la mano de Dios en esas vidas. A partir del momento en que nos enteramos de lo sucedido, comenzamos a clamar a Dios y en mi súplica que duró varios días, le pedí al Señor que se haga su voluntad. “señor tu lo sabes todo, tu sabes la vida de mi cuñado. Pero también conoces el sufrimiento de mi sobrino, quien ya perdió a su mamá. Te ruego que escuches mi oración y que padre e hijo tengan la oportunidad de reconciliarse y después que ellos se abracen, mi cuñado pueda reconocerte en su vida. Gracias Señor sé que me has oído. ”
Yo supe que era la voluntad de Dios que ellos se abrazaran cuando los médicos salieron de la operación y dijeron que había que seguir esperando su fin.
Pasaron días de dolor. Mi cuñado no respondía. Yo llevaba al Hospital y a la clínica una pequeña Biblia de bolsillo y le leía el Salmo 121. Todos los días. Oraba para que los ángeles quedaran protegiendo el lugar.
Así estuvimos bastante tiempo, hasta que despertó y pudo abrazar a mi sobrino y recordó a mi hermana fallecida. Allí, en el Sanatorio, convaleciente, Pancho se reconcilió con el Señor, aceptó que Dios lo había perdonado.
Su reconciliación con Dios le permitió disfrutar su familia, conoció a su nieto y un día, se quedó dormido acariciado por las manos de su hijo y su mujer.

“Jehová te guardará de todo mal;
Él guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.”
Salmo 121.7-8

Graciela Pintos

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