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domingo, 6 de marzo de 2011

HIJOS DE DIOS: UN REGALO


“ Y alzó sus ojos y vió a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son estos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo.”
Genesis 33.5

El que preguntaba era Esaú, hermano de  Jacob  quien había estado distanciado hasta este día. Hacía tiempo que Jacob con engaños le había arrebatado su primogenitura. Muchos años de separación entre los hermanos y hoy se encontraban. Y es en ese  momento en que Esaú se sorprende y pregunta "quiénes son estos". Y Jacob responde  “Son los niños que Dios ha dado a tu siervo.”
Los niños aportan alegría al hogar. Los abuelos rejuvenecen con su presencia. Aún si ves las escuelas vacías al finalizar las clases, los buenos maestros observan la tristeza del lugar, a pesar de los berrinches de los alumnos son ellos quienes le aportan vida. Los niños corren, juegan, no son muy responsables porque son pequeños y hay que ayudarlos en su desarrollo.
Jesús para explicar la  regla de oro, usó la imagen  de los hijos cuando dice:
“¿Qué hombre hay de ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
Pues si ustedes siendo malos saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Jesús había observado que los padres, aún con los errores y maldades que cometían, trataban de dar lo bueno a sus hijos. Y usó este ejemplo para hablar de la grandeza de Dios hacia nosotros. Él nos ama porque es nuestro Padre. Y es importante comprender que todo lo que recibimos del padre es bueno. Como nosotros damos lo bueno a nuestros hijos, Él, un padre amoroso, nos enseña a hacer lo mismo.
Y esta palabra es eterna, pues es Palabra de Dios,  por lo tanto eterno es el regalo de Dios. Dios nos da los hijos, nos enseña el camino para instruirlos desde pequeños para que no se pierdan en lugares de desolación. Su alegría es nuestra alegría, su dolor nuestro dolor, porque cada hijo es una regalo de Dios.
Es decir que el mismo gozo que sentimos nosotros cuando vemos nacer a un hijo, o nieto o pequeño ser dentro de la familia, es el mismo gozo y alegría que Dios , nuestro padre, siente cuando nacemos de nuevo. Cuando nos hacemos niños y abandonamos la manera vieja de actuar. Cuando nos hacemos niños y tomamos la mano de nuestro Padre y El nos dirige y nos corrige con amor.
Jesús bendijo a los niños y reprendió a los adultos que no los dejaban acercarse a Él. (Mateo 19.13-15)
¿Estás dejando acercar a tus hijos al conocimiento de Dios?
Ayúdalos a encontrar el verdadero Camino, la Verdad y la Vida. Permíteles conocer la eterna alegría de vivir de la mano de Dios a través de Jesucristo.
Graciela Pintos



Graciela Pintos

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